3 oct 2010

Claves para entender algunas cosas que han sucedido durante la Huelga

Debemos admitir que la Huelga General no ha sido el fracaso vaticinado, pero tampoco el "éxito rotundo" que intentaron vender como cierto las cúpulas sindicales de CCOO y UGT.

Por poner un ejemplo, el seguimiento de la Huelga en las administraciones públicas ha sido muy escaso y si tenemos en cuenta el fracaso de la huelga de junio nos daremos cuenta que algo falla en las organizaciones sindicales que tenemos.

Lo que falla es la excesiva burocratización y la excesiva confianza en el modelo de "diálogo social" que tan poco combativa ha vuelto a la clase trabajadora española. Si a ello le añadimos las consecuencias de nuestro modelo productivo, con una fortísima precarización y terciarización del trabajo, comprenderemos cómo le está siendo tan fácil al capital ganarnos la batalla en este país.

Pondré un ejemplo esclarecedor. Una de las cosas más inexplicables es el fracaso de la Huelga en el Metro de Madrid, justo cuando se acababa de producir una durísima huelga por parte de sus trabajadores. En Rebelión dan respuesta a este aparente enigma:

Tras la Huelga general del 29-S, cheques en blanco ni uno

"¿Qué decir del casi nulo seguimiento de la huelga entre los conductores de Metro de Madrid? Sólo el 1% de los conductores de las unidades del metropolitano no acudieron a trabajar y el 80% del personal de metro acudió a sus puestos de trabajo. Analizar las causas de esta respuesta laboral tiene su miga.

La huelga del metropolitano de Madrid en la última semana de junio y buena parte del mes de julio del presente año marcó, en sus orígenes, el camino a seguir por los trabajadores de otros sectores, en cuanto a combatividad y dignidad en la defensa de sus derechos laborales y en la negativa a aceptar “servicios mínimos” máximos (la Comunidad de Madrid pretendía el 75%). Hemos de recordar que, al inicio de la misma, todos los sindicatos apoyaron esta huelga: Solidaridad Obrera, Sindicato de Conductores del Metro, CCOO, UGT y Sindicato Libre.

Desde el principio el piquete tóxico antihuelga de la Brunete mediática de la derechuza, encabezado por su lideresa Esperanza Aguirre lanzó contra los huelguistas todo tipo de insultos, descalificaciones y amenazas: insolidarios, terroristas, violentos,...lo de siempre pero ahora con mayor virulencia y despliegue de medios. Y lo acompañó del chantaje de amenazas de despido o incluso de militarizar el Metro. Tan provocador intento de intimidación de los huelguistas sólo se recuerda en el inicio de la transición hacia esto que llaman democracia y no lo es. Como medio de echar más presión antihuelga los voceros contrarios a la misma y la Comunidad de Madrid trataron de enfrentar a los usuarios de Metro con los huelguistas.

La presión obtuvo sus resultados. El portavoz del Comité de Huelga del Metro fue reemplazado, en un auténtico “coup de force” (en francés suena más fino pero si golpe de fuerza lo sustituimos por golpe de estado interno contra los huelguistas, será más exacto lo ocurrido) realizado por CCOO y UGT, mayoritarios en el Comité de Empresa. Descabalgaron a Vicente Rodríguez, duro y combativo en sus posiciones, para cambiarle por otro mucho más “dialogante”, Antonio Asensio, de CCOO. La sentada en la mesa de negociaciones con la patronal de Metro que vino después supuso vender como victoria que sólo se hubiesen rebajado los salarios en un 1%, en vez del 5% previamente aplicado. Pero a cambio se asumió discutir sobre masa salarial (salarios indirectos y derechos sociales), lo que conllevó reducciones en las partidas dedicadas a formación profesional de los empleados, reestructuración del transporte nocturno de personal, primas salariales,...Y la voluntad de la Comunidad de Madrid y el Consorcio de Metro, tras un acuerdo en el que estos no se sintieron derrotados, de aplicar la represión contra los trabajadores más activos en la huelga. ¿Nos extrañamos ahora de que el Sindicato de Conductores y Solidaridad Obrera no apoyaran la Huelga General después de la traición de estos burócratas sindicales? No se puede disculpar la falta de unidad de los sindicatos de Metro de Madrid que no se sumaron a la Huelga General del 29-S, porque era una huelga de toda la clase trabajadora y no meramente sindical, pero es necesario entender sus porqués. Disculpar y entender no significan, ni de lejos, lo mismo. Negarse a entender es continuar por el sendero de las derrotas, bajo un criterio de falsa lealtad a la huelga, que la gran mayoría de los trabajadores hemos secundado, sin por ello dar cheques en blanco a quienes nos han estado apuñalando por la espalda durante estos años de la crisis capitalista, que hemos soportado los trabajadores, mientras nuestros apuñaladores, y ahora pretendidos dignos “sindicatos de clase”, CCOO y UGT, continuaban con sus nalgas pegadas en las mesas de negociación y frenando las luchas sociales."

Hay que recuperar el viejo sindicalismo de clase, si queremos tener alguna esperanza de revertir la situación actual. Por tanto, hay que apoyar a los sectores más combativos de los sindicatos, en lugar de apoyar a los más "moderados". Y ello implica cambios profundos en su organización, en sus métodos y en sus dirigentes.

La lucha de clases lo exige.

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